Últimas tendencias en columnismo

HOY me he decidido a rescatar este brillante, lúcido e inspirado artículo que versa sobre las "últimas tendencias" en la modalidad que el plumilla de turno --al parecer recién llegado de un microuniverso plagado de opíparas sensaciones-- entiende como columnismo periodístico. No, no es una salchicha de 'Fránckfort', imbécil.

EL PERIÓDICO DE CATALUNYA - RAFAEL Tapounet (15/6/2007)

Quiso el azar que mientras la fuerza aérea de la alianza de naciones libres y democráticas perpetraba el bombardeo que diezmó a la indefensa población del país pobre pero con recursos mineros yo me hallara pasando unos días deliciosos en un lujoso balneario del extranjero invitado por los organizadores de un seminario internacional sobre nuevas tendencias del columnismo en la prensa diaria, disciplina que me ha dado de comer, y muy bien, por cierto, en los últimos años.

Pensé que esa casualidad otorgaría una interesante perspectiva a mis penetrantes reflexiones en torno a aquel dramático asunto, y sin embargo, ¡qué difícil resultaba entonar una elegía por las víctimas inocentes o disertar sobre los desajustes de la política exterior común cuando lo que me pedía el cuerpo era ponderar los magníficos panecillos de nueces y calabaza que me habían servido en el desayuno o el vino obscenamente caro con el que habíamos regado el opíparo almuerzo!

En busca de inspiración, salí a pasear por unos jardines de decadente belleza y anoté en mi moleskine expresiones como "sinfonía caducifolia" y "paleta de rojos y ocres" con las que podría cascarme, a mi regreso, una columna pistonuda impregnada de nostalgia de la vieja Europa. Luego regresé a la habitación a intentar escribir algo sobre el bombardeo, pero la confortable cama Luis XV con capitoné me venció y me quedé frito hasta la hora de la cena.

Y fue en el salón restaurante donde, perdido en la contemplación de una terrina de fuagrás con compota de cebolla y jengibre, comprendí que no hay mejor refugio contra la barbarie que la crónica exaltada de los pequeños placeres con que nos obsequia la civilización, así que me olvidé de las bombas y las víctimas y pergeñé una columna sobre comida cara y champán rosa.
Por la noche, llamé a mi editor para ver quién se hace cargo este año de mis gastos en Fráncfort.

Una gran idea, sin duda, la de apuntarse a semejante bombardeo culinario-gastronómico para abandono al placer 'Carpe Diem' y estímulo de los sentidos, gozo y dicha del sujeto pasivo...siempre que alguien se haga cargo a la hora de costear los gastos derivados de la hazaña protagonizada por el insigne periodista, eso está claro.

¿Alguien se ofrece a hacer lo propio con un servidor? por pedir u ofrecer que no quede...