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martes, 10 de julio de 2007

Hef, el machista entrañable


Otra vez, Ramón de España, (casi) lo borda.

Sin desperdicio alguno, como debe ser un artículo de opinión con categoría (que NO categórico).

RAMÓN DE ESPAÑA
Los admiradores del gran Hugh Hefner estamos de enhorabuena, pues Hollywood se ha decidido, por fin, a llevar a la gran pantalla las peripecias vitales del hombre que fundó la revista Playboy y que convirtió la pornografía blanda en algo casi respetable.

A diferencia del editor de Hustler, Larry Flynt, un sujeto que nunca ha tenido muy claras las diferencias entre erotismo y ginecología, y del de Penthouse, Bob Guccione, cuyo solo nombre evoca cadáveres en bloques de cemento balanceándose en el fondo del East River, Hugh Hefner siempre ha representado la vertiente más risueña y adolescente del sexo.

Aunque es cierto que su manera de ir por la vida no resiste el más somero análisis feminista, pues su idea de la felicidad equivale a la de cualquier chaval rijoso: pasarse el día en pijama, batín y pantuflas, rodeado de conejitas rubias y tomando copas y jugando al póquer con los amigotes.

Ser fan de Hugh Hefner, me consta, es tomar partido por un carcamal pasado de moda y un pelín ridículo que se ha quedado congelado en la Historia junto a James Bond y la pandilla de juerguistas que comandó Frank Sinatra durante un montón de años.

Ser fan de Hugh Hefner es, prácticamente, una muestra de humor freak, como admirar a Liberace o al Elvis que arrastraba el barrigón por los casinos de Las Vegas. Pero nadie me podrá negar que el señor Hefner, al igual que Elvis o Liberace, ha conseguido algo que no está al alcance de cualquier mortal (y no me refiero únicamente, aunque también, a poder pasarse los días embutido en su mítico batín granate): imponer su estilo de vida a la sociedad y lograr que ésta incluso le vea la gracia.

No faltarán los moralistas que acusen a Hefner de denigrar a la mujer desde un machismo insoportable. Pero en un mundo en el que proliferan los tratantes de blancas, los pederastas, los depredadores online y gentuza de todo tipo, el pobre Hugh, con sus conejitas, su batín, su sonrisa de abuelete y sus panegíricos públicos de la Viagra, resulta hasta entrañable.

Es un hombre de otra época que, probablemente, se habría conformado con una aparición en Los Simpson junto al señor Burns, pero bienvenida sea su biografía filmada.


GRANDIOSO. Y a quien le pique, que ajos coma...(así, en plan castizo). Porque el gran Hef, brillante vividor de la época que le ha tocado vivir, lo vale.

Mi (otro) héroe...y el de otros muchos, seguro.

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